Sostenibilidad en los productos del mar: tomando decisiones por nuestros océanos
- Nikol Argayová
- 8 ago
- 7 Min. de lectura
En el mundo actual, los océanos están más vulnerables que nunca. La mayoría de las poblaciones mundiales de peces están completamente explotadas, sobreexplotadas, agotadas o en estado de colapso. Esta cruda realidad exige que reevaluemos nuestra relación con los productos del mar. Los tiempos en que evitar unas pocas especies sobreexplotadas era suficiente quedaron atrás. Ahora, más que nunca, es fundamental tomar decisiones conscientes e informadas si queremos proteger nuestros océanos y, por extensión, nuestro planeta.
El verdadero costo de los productos del mar
Durante décadas, los productos del mar se han promocionado como una opción saludable y respetuosa con el medio ambiente. Pero la realidad es mucho más compleja. Las prácticas de la pesca industrial, la contaminación y el cambio climático han llevado a los ecosistemas marinos al borde del colapso. La sobrepesca no solo agota las poblaciones de peces, sino que también altera ecosistemas enteros, provocando efectos en cadena que pueden llevar al colapso de la vida marina tal como la conocemos.
El mayor riesgo para la biodiversidad marina es la pesca: casi el 90 % de las poblaciones mundiales de peces marinos están completamente explotadas o sobreexplotadas, y la acuicultura también presenta problemas. Las pesquerías comerciales dañan los ecosistemas marinos y acuáticos, limitando la capacidad de recuperación de las poblaciones de peces. La producción de alimentos, incluyendo los productos del mar, contribuye a casi el 60 % de la pérdida global de biodiversidad y al menos al 30 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La producción de productos del mar impacta al planeta de varias maneras:
Los niveles biológicamente sostenibles de las poblaciones de peces están disminuyendo. Esto significa que las poblaciones de diversas especies están bajando hasta un punto en el que ya no pueden mantenerse sanas ni renovarse por sí mismas en sus hábitats naturales.
Anualmente, 20 millones de animales de especies marinas en peligro son afectados como captura incidental y descartes. Tortugas marinas, mamíferos marinos, tiburones, aves marinas y muchos otros quedan atrapados con frecuencia en diversos tipos de artes de pesca.
Los artes móviles de pesca de fondo afectan a los organismos, sedimentos y hábitats, y destruyen el lecho marino. Esto reduce la importante capacidad del océano para almacenar carbono, ya que absorbe CO2 y calor generado por las actividades humanas. La destrucción de estos hábitats contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero y al cambio climático.
Los impactos negativos de la acuicultura (por ejemplo, granjas de peces y camarones) pueden incluir contaminación, conversión de hábitats, propagación de enfermedades y la captura de peces silvestres para producir alimento, especialmente si no se gestiona adecuadamente.
Preocupaciones sobre la salud
Más allá de la sostenibilidad, hay otra razón crítica para reconsiderar tus elecciones de mariscos: tu salud. Muchos peces de océano, especialmente los que se encuentran en supermercados, están contaminados con sustancias nocivas. Estudios han demostrado que los peces pueden contener altos niveles de microplásticos, que ingresan a la cadena alimentaria cuando los peces ingieren pequeñas partículas de plástico en el agua.
Un estudio publicado en Environmental Science & Technology encontró que algunas especies contienen hasta miles de partículas de microplásticos por kilogramo de tejido. Estos contaminantes pueden acumularse en nuestro cuerpo con el tiempo, representando riesgos potenciales para la salud humana, incluyendo inflamación, alteraciones endocrinas e incluso cáncer.
Además de los microplásticos, el mercurio es otra preocupación. Los niveles de mercurio en peces de océano han ido aumentando debido a la contaminación industrial. Los peces depredadores, como el atún, el pez espada y el tiburón, suelen tener las concentraciones más altas de mercurio porque este se bioacumula al avanzar en la cadena alimentaria.
El pescado de cultivo tampoco es necesariamente una opción más segura. Muchos peces de cultivo son alimentados con harinas de pescado de baja calidad hechas con ingredientes de origen dudoso, incluidos peces capturados en estado salvaje que también están contaminados. Este tipo de dieta puede generar peces poco saludables, lo que a su vez puede afectar tu salud al consumirlos.
Aunque muchas organizaciones de salud tradicionalmente recomiendan consumir al menos dos porciones de pescado por semana como parte de una dieta saludable y equilibrada, este consejo está cada vez más desactualizado debido a los riesgos ambientales y de salud asociados con los mariscos modernos.
La presencia de contaminantes, junto con la calidad cuestionable del pescado de cultivo, desafía la idea de que el consumo regular de pescado sea beneficioso.
Ante el grave impacto en los ecosistemas marinos y los posibles riesgos para la salud, es crucial reconsiderar estas recomendaciones. Un enfoque más sostenible y consciente de la salud puede implicar reducir la ingesta de pescado, priorizar opciones locales y de cultivo responsable, o explorar fuentes alternativas de nutrientes esenciales.
Replanteando el consumo de mariscos: el poder de la elección
En el mundo actual, que cambia rápidamente, navegar las complejidades de la sostenibilidad puede resultar abrumador. Cada elección parece estar llena de compromisos, y a menudo parece que ninguna opción está completamente libre de consecuencias.
La industria de los productos del mar es un claro ejemplo de este dilema. Ante la realidad de que casi el 90 % de las pesquerías mundiales están completamente explotadas, sobreexplotadas, agotadas o colapsando, es fácil sentirse desanimado.
Sin embargo, a pesar de estas dificultades, este es un tema que vale la pena examinar detenidamente. La salud de nuestros océanos es fundamental para el futuro de nuestro planeta y la gran variedad de formas de vida que dependen de él. Los océanos son más vulnerables que nunca, y tomar decisiones conscientes sobre los mariscos que consumimos es crucial.
Los consejos que antes se consideraban suficientes —como evitar el atún enlatado y ciertas especies sobreexplotadas— ya no son suficientes.
Para quienes viven tierra adentro: reconsidera tus elecciones de mariscos
Si vives tierra adentro, lejos de la costa, la idea de consumir mariscos frescos y capturados de forma sostenible puede parecer atractiva. Sin embargo, obtener mariscos de manera responsable cuando estás lejos del océano es increíblemente difícil. En la mayoría de los casos, es mejor evitarlo por completo. Aquí te explicamos por qué:
Desafíos de sostenibilidad: Sin acceso directo a la costa, es difícil verificar la sostenibilidad de los mariscos. Incluso cuando están etiquetados como sostenibles, la cadena de suministro puede ser confusa, y el impacto ambiental de transportar mariscos tierra adentro es significativo.
Alternativas más saludables: En el interior, opciones locales como la trucha son mucho más sostenibles. La trucha silvestre o cultivada de forma responsable no solo es más ecológica, sino también más saludable que muchas especies cultivadas en el océano, como el salmón, que a menudo enfrenta problemas de enfermedades y contaminación. Los productores locales suelen priorizar alimentos de mejor calidad y prácticas de cultivo superiores, resultando en peces que benefician tanto al medio ambiente como a tu salud.
Solo para ocasiones especiales: Si no puedes resistirte a los mariscos del océano, consúmelos solo en ocasiones especiales. Cuando lo hagas, asegúrate de comer en un lugar que pueda verificar el origen y la sostenibilidad del marisco. Esto puede implicar hacer preguntas específicas en los restaurantes o comprar en mercados de confianza.
En resumen, si vives tierra adentro, es mejor evitar los mariscos del océano tanto como sea posible. Los océanos están bajo una presión inmensa, y al elegir opciones locales y sostenibles, ayudas a reducir esa carga. Considera esto: si solo el 10 % de las personas en zonas interiores cambiara su consumo de mariscos por pescado local y criado de forma sostenible, podría reducir la demanda de especies oceánicas sobreexplotadas en millones de kilos cada año.
Para quienes viven cerca del mar: come con moderación y conciencia
Vivir cerca del océano ofrece más oportunidades para obtener mariscos de forma sostenible, pero también implica la responsabilidad de proteger el medio marino. Aquí te contamos cómo tomar mejores decisiones:
La moderación es clave: Aunque tengas acceso a mariscos frescos, es fundamental no consumir en exceso. La tentación de disfrutar regularmente de los frutos del mar puede ser fuerte, pero hacerlo contribuye a la sobrepesca y puede alterar los ecosistemas locales.
Elige sabiamente tus especies: No todos los mariscos son iguales. Algunas especies son más sostenibles que otras. Usa guías y recursos para identificar cuáles especies locales son las más sostenibles y dales prioridad en tu dieta. Ten en cuenta que estas guías dependen de la calidad de los datos y que la situación en nuestros océanos está en constante cambio. Aquí tienes una lista de guías locales actuales: https://www.fishforward.eu/en/seafoodguides/
Apoya a los pescadores locales: Evita comprar mariscos en supermercados. En su lugar, compra directamente a pescadores artesanales y locales que usan prácticas sostenibles. Estas pesquerías suelen ser más conscientes del impacto que tienen sobre la vida marina y son esenciales para mantener ecosistemas oceánicos saludables.
Vivir junto al mar te da la oportunidad única de impactar directamente la salud del océano a través de tus elecciones de mariscos. Al comer con moderación, elegir especies sostenibles y apoyar a los pescadores locales, ayudas a preservar el océano para las futuras generaciones.
Si las comunidades costeras de todo el mundo adoptaran prácticas similares, el impacto podría ser monumental. Estudios muestran que las prácticas de pesca sostenible pueden aumentar las poblaciones de peces hasta en un 50 % en una década. Esto no solo garantiza un suministro constante de mariscos para el futuro, sino que también mejora la biodiversidad y fortalece los ecosistemas marinos, haciéndolos más resilientes frente al cambio climático.
La perspectiva general
El estado de nuestros océanos es grave, y la responsabilidad recae en cada uno de nosotros para tomar mejores decisiones. Hace veinte años, quizá bastaba con evitar algunas especies sobreexplotadas o comprar ocasionalmente atún enlatado con etiqueta de sostenibilidad. Pero hoy, los océanos claman por ayuda, y depende de nosotros escuchar ese llamado. Si no actuamos, las consecuencias serán catastróficas, no solo para la vida marina, sino para toda la vida en la Tierra.
El océano es el mayor sumidero de carbono del planeta, un componente crítico de nuestro sistema climático y la fuente de sustento y alimento para miles de millones de personas. Protegerlo significa proteger nuestro futuro.
Así que la próxima vez que pienses en consumir mariscos, recuerda: cada elección importa. No solo se trata de qué comes, sino de cómo fue capturado, de dónde proviene y del impacto que tiene en nuestro frágil planeta. Sé cauteloso, infórmate y, sobre todo, sé consciente. El futuro del océano depende de ello.










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